Cuando las piezas no encajan (y por qué deberías emocionarte con eso).
Yo me quedé callado. Pensé «Joder, esta niña entendió algo que a mí me costó media vida»...
Yo me quedé callado. Pensé «Joder, esta niña entendió algo que a mí me costó media vida»...
Eso gritó Olivia, con los ojos inundados y el dedo acusador apuntando a una caja de cereales con un tigre gigante...
Durante un tiempo pensé que ser buen padre era estar presente. Estar. Estar físicamente. Desayunar con ella. Llevarla al cole. Preguntarle qué tal en la escuela. Estar. Y en teoría, estaba. Todos los días. A todas horas. Pero no del todo.
Dicen que los chicos no se dan cuenta pero, se dan cuenta de todo. Incluso cuando no estás. Incluso cuando decís «qué lindo» sin mirar. Esta no es una guía de crianza ni un sermón con frases hechas. Es otra cosa. Más incómoda. Más real. Y capaz te haga ver algo que hasta hoy venías pateando para después.
Bueno, ahí estaba, un adulto con dos litros de mate encima y mil cosas en la cabeza, sentado en una silla que parecía diseñada para castigar la dignidad...