Dicen que los chicos no se dan cuenta pero, se dan cuenta de todo. Incluso cuando no estás. Incluso cuando decís «qué lindo» sin mirar. Esta no es una guía de crianza ni un sermón con frases hechas. Es otra cosa. Más incómoda. Más real. Y capaz te haga ver algo que hasta hoy venías pateando para después.
Leer más...Bueno, ahí estaba, un adulto con dos litros de mate encima y mil cosas en la cabeza, sentado en una silla que parecía diseñada para castigar la dignidad...
Leer más...De pronto, lo que antes era un trámite de 10 minutos se convirtió en una batalla campal diaria. Yo, cada noche más tirano. Ella, cada noche más rebelde...
Leer más...Eso gritó Olivia, con los ojos inundados y el dedo acusador apuntando a una caja de cereales con un tigre gigante...
Leer más...Cena de viernes. Olivia y yo. Pizza familiar, película de Pixar y dos servilletas hechas polvo que usábamos para todo: boca, manos, mesa y dignidad. Hasta ahí, perfecto. Pero entonces, llega ese momento. El momento...
Leer más...Durante semanas le decía a Olivia que era valiente. Cada vez que lloraba por dormir sola, yo le repetía que sí podía. Que no pasaba nada. Que era fuerte. Que era como su papá. Una máquina de motivación barata...
Leer más...La sala estaba impecable. Demasiado. Y en ese contexto de postal, llegaron los primos...
Leer más...Comparar a tu hijo es como ponerlo a pelear con un ninja entrenado por años. Y encima, tú eres quien le da el palo al ninja...
Leer más...Yo me quedé callado. Pensé «Joder, esta niña entendió algo que a mí me costó media vida»...
Leer más...Me ofrecí a buscarle el disfraz. Hasta me sentí orgulloso: "Esta vez no se me escapa ni un detalle", pensé....
Leer más...Durante un tiempo pensé que ser buen padre era estar presente. Estar. Estar físicamente. Desayunar con ella. Llevarla al cole. Preguntarle qué tal en la escuela. Estar. Y en teoría, estaba. Todos los días. A todas horas. Pero no del todo.
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